El bonsái manzano o bonsai malus, es el bonsái más cultivado dentro de los bonsáis frutales.
Es un árbol de crecimiento rápido, de floración primaveral, con frutos en el otoño y sus hojas son caduca. Pertenece a la familia de las rosaceae, procedente de Europa, de Asia y del Norte de América.
Es un árbol muy resistente y de muy fácil cuidado y sus frutos le dan un atractivo muy colorido.
Cuidados bonsái manzano
- Ubicación: en el exterior bajo la luz directa del sol. Es aconsejable protegerlo de los rayos solares más agresivos del verano (en las horas del medio día) y en invierno es capaz de soportar hasta los -2º centígrados. Si la temperatura es menor a los -2ºC lo mejor es refugiarlo en el interior o en un invernadero frío. En caso de resguardarlo en el interior del hogar, la ubicación óptima para colocar un bonsái de manzanas es bajo la ventana, pero lejos de toda fuente de calor.
- Iluminación: necesita muchas horas de luz y a ser posible, la luz del sol debe de darle directamente al árbol.
- Riego: es un bonsái que no necesita mucha agua y los encharcamientos suponen problemas de desarrollo llegando a provocar la muerte del árbol, debemos retirar el agua sobrante del plato una vez haya drenado. Entre riego y riego el sustrato tiene que quedar seco, menos en otoño cuando empiecen a aparecer los frutos. Las frutas del árbol requieren que el bonsái absorba una mayor cantidad de agua, por tanto, el sustrato nunca debe quedar seco por completo. Si vamos a pulverizar agua sobre sus hojas, debemos de tener cuidado con mojar las flores, para evitar que marchiten.
- Abonado: desde otoño hasta primavera (exceptuando el momento de floración, ahí no). Al inicio del otoño comienza el periodo de abonar el bonsái manzano, para facilitarle el desarrollo y crecimiento de los frutos. Podemos aplicarle abonos líquidos diluidos en agua (la concentración de abono en agua dependerá de la marca, igual que el intervalo de uso).
- Sustrato: utilizar un sustrato 100% akadama. Para favorecer el drenaje del bonsái, podemos colocar un poco de grava volcánica en el fondo de la maceta, dejando unas proporciones de 20% grava volcánica y 80% akadama.
- Trasplante: una vez cada dos años, al inicio de la primavera y antes de la floración. Aprovechando el trasplante para podar aquellas raíces en mal estado y reducir la cantidad de ramas.
- Poda: a finales de otoño. Si consideramos que el bonsái manzano está dando una cantidad excesiva de frutos, lo apropiado es reducir al menos un tercio de estos, para no provocarle fatiga en el desarrollo.
- Pinzado: cuando finaliza la floración, le haremos un pinzado agresivo, dejando entre 2 y 4 hojas por rama.
- Alambrado: comenzar el alambrado a finales del otoño y cambiándole los alambres cada mes o cada mes y medio, para que el tronco del árbol no lo absorba.
- Defoliado: no necesita.
- Heridas: es posible que al podar le hagamos heridas demasiado grandes o que si tardamos en cambiarle el alambrado le provoquemos cortes. Podemos aplicarle pasta selladora para facilitar la cicatrización.